Una visión con propósito

Deseo contarte lo que inspiró la creación de Restaurando lo Mejor de Ti. Este proyecto nace del profundo deseo de cumplir aquel propósito para el cual vine a este mundo: servir a los demás de una manera especial; en particular, a mujeres con necesidad de ser restauradas para vivir una vida plena y con propósito. Eso es lo que amo hacer, lo que hace vibrar mi corazón. Creo firmemente que para ello fui predestinada desde antes de la fundación del mundo.

Al pensar en el rumbo que estaba teniendo mi vida, noté que debía encontrar algo que hinchara totalmente mi corazón, que me hiciera levantar todos los días con un gozo permanente. Anhelaba tener un reto nuevo cada día, una visión mucho más grande, más amplia sobre mi futuro; algo que me hiciera sentir verdaderamente viva y útil.  

Al detenerme y mirar lo que había hecho hasta ese momento, me vi envuelta en una tediosa rutina que se desarrollaba entre llenar formatos, atender llamadas y contestar correos y más correos.  Vivía llena de reuniones estériles, cada vez más extensas, que en lugar de permitirme avanzar, me agotaban cada día más. Ya no me ví en todo eso por más tiempo llevaba más de 20 años en diferentes niveles de reconocidas organizaciones y sentí la necesidad de dar un giro, como lo hice cuando retomé mis estudios en psicología, a los 34 años.

Siendo como soy, extrovertida, exigente, terca, generosa, intensa o más bien insistente, no podía continuar así, pues me defino a mí misma como una mujer verdaderamente apasionada,  y es esa la razón por la que necesito optar siempre por aquello que me llene a plenitud. En esa búsqueda de lo real, de lo verdadero, de lo inmenso, llegué a conocer a Dios como realmente deseaba hacerlo es cierto, nada me hace sentir tan viva cada día como sentir su Presencia en mi y porque el fuego de su amor hace que realmente todo valga la pena. Es su amor el que me hace trascender y llena absolutamente todo en mi vida, me hace sentir plena, realizada, motivada,  distinta! De lo contrario corro el riesgo de perderme en sucesos y sucesos que se convierten en rutina y que hacen que pierda el sentido por vivir. Me di cuenta que ya no deseaba encasillarme o atarme a un trabajo que sólo respondiera a la necesidad de subsistir.

En ese punto, empezó a arder en mí el deseo de dejar huella, de dejar herencia, de tener impacto no sólo en un grupo de mujeres, sino en miles de ellas. Un deseo de traspasar barreras entre pueblos, ciudades, países. Hoy no me conformo sólo con soñar, sino que tomo impulso y lucho por que este anhelo se concrete en una maravillosa realidad.

Para poder ser mentor es necesario que tú hayas sido transformado antes, mentoreado y, en mi caso, el Maestro por excelencia me moldeó y transformó. Él es Dios, mi guía y fuerza. Su amor me hace trascender. No puedo, ni quiero anhelar poco, pues tengo el ejemplo de Jesús. Él, en tan solo 33 años, caminó sobre la tierra y nos dejó  el mayor legado que cualquier ser humano haya podido recibir: SU AMOR, la fuerza más poderosa en el mundo.

Movida por esa fuerza, me niego a seguir creyendo que, como mujeres, lo hemos logrado: fama, posición, poder, reconocimiento.  En realidad, sólo hemos aumentado nuestras tareas y actividades de una manera casi monstruosa en la sociedad. Considero que, ese ideal de poder, por el que tanto luchamos, nos aleja cada vez más del amor, castra nuestros mejores dones, nos genera cada vez más estrés y menos felicidad, mas cargas por una menor calidad de vida, simplemente nos aleja  de la perspectiva del diseño divino.

Verás: no estoy en contra de nuestro crecimiento profesional en sí mismo, o bien, de los espacios que hemos logrado conquistar poco a poco, porque somos valiosas y únicas para el Creador.

Considero que hemos pretendido lo inalcanzable: una vida plena y con propósito abarrotadas de labores interminables. El término “igualdad” con el género masculino dista mucho de lo que hoy hemos creído ganar, pues sólo hemos cambiado las formas de esclavitud para nosotras mismas. Así, nos sentimos con un terrible vacío cuando, al finalizar nuestras extensas jornadas de trabajo, llegamos a nuestro hogar totalmente extenuadas, sin el menor deseo de expresar amor, de abrazar o de amar. Y, mientras tanto, el sentimiento de culpabilidad crece cada día más, siendo el descontento nuestra más fuerte y constante expresión. El prototipo de la mujer ideal, moderna y actual, creado por la sociedad de hoy, desdibujó nuestra misión real como mujeres y apago la luz que tenemos dentro de cada una de nosotras.

Es entonces cuando luego de observar y analizar mi vida y la de muchas de mis confidentes y amigas surge el gran deseo de materializar este sueño, la visión de Restaurando Lo Mejor de mí y de ti. Un proyecto pensado por una mujer para todas las mujeres que deseen emprender un cambio desde lo profundo de su ser y retornar al modelo original.

Creo que una mujer restaurada, transformada y original es capaz no sólo de transformar su propia vida, sino familias, empresas, comunidades ¡El mundo entero, si así se lo propone!

Esa fuerza que habita dentro de ti, mujer, es más poderosa que todo el arsenal de las mayores potencias mundiales. Ningún ejercito podrá hacernos frente si nos proponemos una verdadera restauración. Muestra de ello es que tú y yo transformamos vidas con tan sólo un abrazo, una caricia, una expresión, pues nuestra capacidad de dar amor es especial.

Por esto el momento es ahora, hoy es el momento  de dar luz a éste maravilloso proyecto; es hora de cambiar el rumbo de nuestro destino, de retomar el verdadero poder que está en nosotras y de dar la batalla más grande que se haya podido planear: recuperar nuestra identidad; restaurar lo mejor de ti y de mí!!

 

 

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